El hombre, desde que el mundo es mundo se ha preguntado muchas veces, ¿qué hago yo en esta vida? ¿De dónde vengo? ¿Hay otra vida más allá de esta que vivimos? Y, por supuesto, muchos, a través de los siglos de la historia humana han dado una respuesta a todos estos interrogantes.
Según el punto de vista materialista, somos el producto de la casualidad, nacemos, morimos y todo se acabó; no hay otra vida, no hay Dios, y, aunque estas respuestas no solucionan los grandes vacíos del sentimiento humano por todo lo espiritual, misterioso y transcendental que le rodea, hay unos pocos inocentes que aceptan estas respuestas como válidas.
Desde el punto de vista filosófico (aunque hay varias líneas de pensamiento) la respuesta más popular es que todo comenzó con el agua o en el fuego, por una pequeña célula viva que fue desarrollándose casualmente hasta llegar a ser un ser vivo, un pez o una ave, y así poco a poco, pasar a formas más concretas y desarrolladas, un mono, el cual por el uso va desarrollando facultades y a través de un proceso de milenios llegar a ser el hombre de la actualidad.
Sólo que, si por esta teoría, se nos quiere decir que todas las cosas tienden a perfeccionarse por el uso, y aceptamos esta respuesta como válida, nos encontramos en un verdadero problema racional y lógico, ya que según nuestra experiencia de la vida, todo tiende a deteriorarse y estropearse con el paso del tiempo; en la vida animal y la vegetal y humana , así está demostrado, todo degenera y nada tiende a perfeccionarse, por eso la evolución no nos contesta a esos interrogantes del principio de este capítulo,
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